El jefe, además de ser mi villano favorito, hay que reconocerlo, es sabio. Por eso cuando me dijo: —Como las primeras van temprano por TV, tenés que cubrir el partido de intermedia entre Arquitectura y Hacoaj, tuvo razón, ya que la emoción de la jornada estaría en el partido de inter.
Por la mañana el partido televisado, que no se televisó, había dejado un empate en dos goles.
La templada tardecita de Agronomía, prometía un partido abierto, con goles, pero la realidad del primer tiempo, borró aquellas promesas. Hacoaj salió con una defensa de tres jugadoras, abierta, para presionar con cuatro en el medio. Ese posicionamiento dejaba espacios entre líneas, los que fueron aprovechados en los primeros minutos por las locales, aunque sin abrir el score.
Con el correr de los minutos, Arquitectura decayó en la presión y el juego entró en un pozo. Así se fue el primer tiempo , sin mayores emociones.
La tarde invitaba a un refrigerio, del que dió cuenta este abnegado cronista en el entretiempo. Mientras degustaba un refresco, veía a lo lejos a los DT del local y la visita, tratando de acomodar ideas en sus respectivos equipos.
El segundo período comenzó con mayor intensidad en la presión de las arkinas, pero nuevamente fueron decayendo, lo que posibilitó que Hacoaj subiera líneas, para bloquear la salida local en medio del campo, y para buscar su propia ofensiva.
Así estaba el partido, hasta que a los pocos minutos, Piscicelli quedó “nocaut” en un choque con una jugadora de la visita. El juego se detuvo por varios minutos, lo que pareció favorecer a las locales, quienes en la reanudación metieron una seguidilla de goles, para dar por liquidado el partido.
Pereyra Balbi en dos ocasiones, Tamburrini también en dos oportunidades (una de ellas con un delicioso globito por sobre la arquera) y Agustín en excelente maniobra individual, dieron cifras finales al 5 a 0, para las Arkinas.
Las promesa de goles llegó entonces sobre el final, pero fue cumplida. Así, satisfecho por el refrigerio y los goles, se retiró este cronista del campo de Agronomía, envuelto en la suave brisa con la que lo despedía, el ocaso del sábado.