Aquí estamos estimados lectores, llevando a ustedes las desventuras de este errante cronista.
Cuando se anunciaron los Juegos Olímpicos en Brasil este humilde escriba decidió que no podía faltar, para esto se anotó como voluntario en diciembre de 2015.
Al comunicarle al cruel jefe los deseos de estar en Río, el villano advirtió “Está bien pero te arreglás vos con el viaje y la estadía”.
Luego de la inscripción, llegaron las pruebas de conocimiento, de desenvolvimiento y con la experiencia a cuestas de haber sido ya voluntario en Panamericanos y en Copa América, este trabajador del deporte se consideró con un pie adentro.
Pero el tiempo fue pasando y pasando, y cuando todo parecía perdido, faltando sólo 25 días para el inicio de los juegos llegó la Carta de invitación y carta credencial para las autoridades brasileñas que ilustra este párrafo.
Luego vinieron más pruebas, entre las que se incluía un chat con web cam, entrevista en la que este ancho cronista dejaba asomar involuntariamente por abajo de la remera la nutrida panza, para ignominia de los familiares más cercanos que decían: ” Qué verguenza, ahora no te llaman, qué verguenza”.
Al cabo de un tiempo llegó finalmente la agenda de tareas.
La primera sorpresa fue que en vez de hockey la asignación era para waterpolo. Ninguna relación entre un deporte y otro …¿verdad?.
Resignado y con la esperanza de realizar alguna escapada al estadio de hockey, luego de las tareas waterpolísticas, este redactor cayó en la cuenta de que nunca había viajado en avión por lo que debió informarse de despegues, turbulencias, descensos, asientos con mayor espacio cerca de la puerta de salida y pozos de aire.
Con todo listo llegó la invitación para retirar la ropa de voluntario, amplia como se ve en la imagen para cubrir la voluminosa figura de vuestro amigo redactor.
Ahora si, todo listo, arreglando de apuro las obligaciones laborales, Río allá vamos…
Pero el destino es cruel con las andanzas de los cronistas, de repente le petit mort, pérdida de gas en el edificio, todo cortado, a esperar a los técnicos de metrogas, realizar trámites por aquí y por allá y….chau a Río.
Los dioses no quisieron estar en esta ocasión del lado del fiel cronista. Viaje cancelado.
A la distancia se escucha el cantito del jefe villano “Tomala vos, damela a mí el que no salta no va a Brasil”.
Pero este sufrido redactor no pierde la esperanza, sólo falta aguardar la próxima oportunidad de un Juego Olímpico en Sudamérica, seguramente allá por el 2090.