(Por Walter Alejandro Molezzi – Hockey Argentino Plus)
Llegar a la ciudad de La Haya es encontrarse con un panorama muy distinto de lo que encontramos en nuestras ciudades argentinas. Una Estación Central ordenada, limpia, amable, con diversos locales comerciales en los que se puede obtener café, chocolates, revistas locales, magazines internacionales, camisetas naranjas, toda clase de souvenirs, entre otros artículos, dos centros de alquiler y guarda de bicicletas, convivencia de trams, ómnibus, trenes, taxis, automóviles particulares.
Caminando unos metros desde la terminal de trenes y ómnibus Den Haag Central, entramos en la moderna peatonal comercial y bancaria que tiene todo lo que tienen las principales ciudades europeas: altos y vidriados edificios de oficinas, bancos privados, supermercados chinos, también los hay turcos y de otras corrientes migratorias.
Pero además, La Haya cuenta con el encanto de los “canales” típicos de la geografía ho
landesa que se mezclan con los numerosos bares y restaurantes erigidos dentro de un marco arquitectónico moderno y cuidado que respeta lo histórico y tradicional.
Desde los últimos días de mayo esta linda ciudad holandesa es anfitriona de uno de los acontecimientos deportivos del año 2014: la Copa del Mundo Rabobank La Haya 2014 que recibe a los doce mejores equipos de hockey sobre césped del mundo en damas y en caballeros para consagrar a los campeones mundiales.
Dirigiéndonos al sudeste llegamos al barrio de Vooburg donde se emplaza el complejo que contiene el Kyocera Stadium y el Greenfields Stadium rodeados por carpas y un patio de comidas y numerosos stands de venta de artículos deportivos y donde se hacen presentes las marcas vinculadas al hockey y otras “no tanto”.
De a poco todo se va armando y cada cosa respeta “su” lugar y cada persona se siente respetada, ya sean jugadores, cuerpos técnicos, allegados, árbitros, organizadores, dirigentes, periodistas, espectadores.
Y comienza el “movimiento grande” ….. juega Holanda en el estadio principal y los espectadores ávidos por conseguir un triunfo que les dé los tres puntos, lo llenan en su totalidad. Todos vestidos con algo naranja le dan un encanto y un “color” particular al atardecer holandés.
El marco ESPECTACULAR se coronó con el triunfo de los locales en el clásico frente a Alemania y LA FIESTA devino en más fiesta porque los espectadores al salir del estadio se concentraron en el patio de comidas y en la carpa en la que se realizan variadas presentaciones musicales y donde abunda mucha cerveza.
Los holandeses demuestran que es posible organizar sin fisuras una Copa del Mundo y al mismo tiempo disfrutarla.
