Iniciar el camino en la desaparecida división “G” de la antigua AAAH, jugando en césped natural, allá por mediados de la década del 90 y tener el honor de cerrarlo ascendiendo a la máxima categoría de la AHBA, ahora en nuestra propia superficie sintética, es una mezcla de sensaciones muy compleja de describir.
Hoy llegamos a la Primera “A” con Lo Guercio, Ocampo, Sosa y Giménez. Pero nada de esto sería realidad si allá lejos y hace tiempo no hubiesen existido Mariana González, Laura Cabanas, Paola Barrio, Valeria Misevich o Maricel Cillio por citar solo a algunas de las que emprendieron la aventura. La familia cuerva va a jugar en la máxima categoría de la mano de las hermanas De la LLera, las González Santos o las Goroso, gracias a aquellas hermanas Claudia y Karina Boria, Alejandra y Yessica Ormachea, Marisa y Cinthia Tojo o Sabrina y Silvina Bustos que pelearon desde abajo soñando algún día vivir esta realidad. Claro que siempre hubo peques en los planteles. Hoy disfrutan el ascenso Piera y Zubi, como ayer Mariana Sartore, Jimena Trivisonno, Mara Iglesias o Karina Rodriguez, si si, la mismísima hermana de Gonzalo.
Obvio que, en diversas temporadas, se sumaron Nimo, Macalú, Santín o Dottori que nos ayudaron a crecer desde el aprendizaje de las diferencias de su formación en el interior de nuestro país, como en años anteriores aportaron otras jugadoras que llegaron a la Institución para engrandecer el proyecto azulgrana desde distintos clubes metropolitanos.
Eran épocas de gerenciamiento, de juntar monedas para cerrar el estadio. Ese que el floklore del futbol llamaba “cenicero” porque aún no tenía construídos los codos. Los cánticos hirientes con referencia al supermercado, al paso por la primera “B” y a un futuro incierto. Hoy, Campeones de la Libertadores de América, una Ciudad Deportiva abanderada de la actividad como inclusión social, equipos con todas las letras como el de basquet o el de volley que nos marcan el camino a seguir y la sublime vuelta a Boedo.
Comenzamos en un potrero que fuimos mejorando de a poco, tratando que los teros que hacían sus nidos dentro de la cancha, no picaran a las jugadoras cuando estábamos entrenando, sin luces, sin alambrado perimetral, yendo y viniendo mil veces a buscar las bochas que se iban lejos. Con Ricky Sobrado a cargo íntegramente de las divisiones formativas y la señora Angélica Roca desde la subcomisión. Todos sin cobrar un peso, codo a codo. Poniendo el hombro, a como dé lugar, aguantando al Ciclón como reza la canción futbolera…”en las malas, mucho más”.
Párrafo aparte para los que se fueron antes. Luis Koz, Aldo Bustos, Susana Medawer, el gallego González, Salvador Ormachea y tantos otros, que sin su apoyo incondicional, cada uno desde su lugar, vivirán eternamente como verdaderos pilares en la construcción de esta historia grande.
Gauchos, Carasucias, Santos, Matadores, Camboyanos o Cuervos. Ascender sin traidores no tiene precio.
Por Gabriel Solleyro; Fotos: Gentileza Plantel