Hace 21 años una generación de mujeres cambió por completo la historia de un deporte para Argentina. La selección femenina de hockey, popularmente conocidas como Las Leonas, marcaron un antes y un después con su hazaña en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, donde se colgaron la presea plateada.
Fuente: Infobae; Cronista: Juan Franco Gagliardi
En el ciclo de entrevistas olímpicas con Infobae, Magui Aicega, capitana y ganadora de tres medallas olímpicas, explicó cómo un error le dio origen al emblemático apodo del combinado nacional, los sacrificios que hizo para llegar a la gloria y su lucha para ganarse un lugar dentro del ambiente machista del fútbol.
¿Cómo nació tu vínculo con el hockey?
Nace, simplemente, porque mis viejos me llevaron a jugar al club Belgrano. Era un momento en el que ir a jugar al hockey no era lo que es hoy en día. Ibas a cualquier club a jugar al hockey y tenías lugar, no es que tenías que hacer lista de espera o todo lo que pasa hoy. Por eso, cuando hoy se lo explicás a las más chicas, no entienden. Yo fui a los 7 años y mi hermano tenía 9. Fuimos a ver si nos enganchábamos. No solamente jugaba al hockey, también jugaba al tenis, nadaba… Competía en todo. En verano jugábamos al cricket, porque Belgrano es un club que juega al cricket. Y competíamos. Pero mi deporte, lo que no cambiaba por nada, era el hockey.
¿Qué te llamaba la atención del hockey por sobre el resto de los deportes?
Me gustaba. Si vos me preguntás hoy… Te comparo el tenis con el hockey, que eran los dos deportes que más hacía de chica. Se jugaba los sábados y me decían para ir a tenis, que eran menos; pero yo les decía que ni loca. Iba un domingo, pero si se superponía con hockey, no. ¿Qué me gustaba? Qué sé yo. El deporte ya me gustaba de por sí, y el grupo. Lo que sí siempre me gustó fue competir.
¿Qué significa para una atleta ser olímpica?
A los Juegos Olímpicos van deportes amateurs y deportes profesionales, pero todos tenemos el mismo sentimiento. Compartí con tenistas, con los de básquet, voley, fútbol, todos deportes profesionales, y vi que el sentimiento es el mismo. No modifica, porque ahí te das cuenta que cuando estás en la apertura de los Juegos y se enciende la llama te empezás a sacar la foto, abrazarte, decir ‘llegamos hasta acá, arranca el sueño de todos nosotros’. Te empezás a sacar fotos con tus compañeras, con todos los deportistas argentinos. Terminás juntándote con muchos que no tenés la oportunidad de conocerlos, que son caras nuevas. Por ahí nosotras teníamos una cara más visible, te conocen, y vos no conocés a otros chicos, porque el deporte no es tan conocido. Y está buenísimo. Tienen la misma camiseta que vos. El ser olímpico es un premio como deportista, es único.
Todos se quedan con la medalla, los títulos, pero para llegar a ese momento hay mucho sacrificio y dedicación. ¿En tu caso, qué dejaste de lado?
¿Qué dejé de lado? En realidad, dejás un montón de cosas de lado. Y como mujer, ni hablar. Porque dejás de lado ser madre. Pero en verdad vos decís “¿lo dejé de lado?”. No, porque lo eligiría 20 veces más. Me muero, vuelvo a nacer y me decís “¿elegís lo mismo?”. Sí. Son elecciones. Yo sé que te perdés un montón de cosas, pero son elecciones. Son cosas que las volvería a perder. Esto para mí era lo máximo y lo tenés que aprovechar al máximo, porque sabés que es un periodo corto. Y más ahora. Yo estuve 16 años, otras 15 ó 12. Por ahí hoy son tiempos más cortos, porque es más intenso, tenés más viajes. Al estar 16 años en una Selección dejás muchísimo, pero son elecciones que uno hace y no me arrepiento y volvería a elegirlas.
¿Cómo era trabajar, estudiar y, a la vez, ser jugadora de Selección?
Pensá que antes no tenías la oportunidad de tener la beca. No tenías nada. Lo que hay que entender es que el hockey, por más de que uno sea profesional, muchas veces no depende de uno estar o no en la Selección. Porque para el entrenador hoy estás y mañana no. Vos tenés que estar preparada para ese momento. Eso es lo importante, el prepararse para el día después. Que puede ser después de 16 años o después de un mes. Me parece importante que se preparen para el post, que no sabés cuándo puede ser. En mi caso tuve el privilegio y el honor de poder retirarme cuando yo quise. No me sacó ni una lesión ni un entrenador. Pero no siempre pasa. Algunas jugadoras tenemos ese privilegio, y otras no. Compañeras mías de mucho nombre siguieron y las terminó sacando un entrenador o una lesión. Nosotras teníamos que trabajar porque el hockey no nos daba de comer. ¿Si teníamos más garras que las de hoy? No, era distinto. Eran otras épocas. Ojalá hubiese tenido el ENARD y todo lo que tienen las chicas, pero no nos tocó tener eso. No te voy a mentir, cuando todo te cuesta lo valorás mucho más después.
Llega Atlanta 96, tus primeros Juegos Olímpicos.
De Atlanta me acuerdo que cuando llegamos nuestro edificio era malísimo, pero para mí era el Palacio de Buckingham. Me acuerdo que los de básquet no tenían camas porque eran chicas. Nuestro head coach, que era Luis Ciancia, dormía en un lugar que no tenía ventanas, una cosa bizarra. Nosotras no teníamos baño, era comunitario. Pero para mí era un palacio. Yo decía ‘guau, qué groso esto’, pero cuando fuimos a ver donde vivían las alemanas… Tenían departamentos, con living y cuatro habitaciones y cada una con su baño.
La cuestión es que era mi primer Juego Olímpico, y estaba espectacular. Estaba buenísimo, era un Juego Olímpico. Y contra eso no hay nada. Es como cuando te vas de vacaciones con amigas y decís ‘qué te importa dónde dormís, lo importante es otra cosa’. Bueno, acá era lo mismo. Me acuerdo que estábamos en el trencito de los Juegos y miro y estaba Mary Pierce, la tenista. No lo podíamos creer. Empezás a ver caras que no podés creer dónde estás. Fue como un sueño.
Ya con esta experiencia toca Sídney, donde consiguen el primer gran hito para el hockey femenino
Siempre digo que en Sídney nos pasó todo lo que no nos tiene que pasar como equipo, pero gracias a eso salen Las Leonas. Siempre digo que Las Leonas nacen porque tienen que nacer. Te juro, Dios dijo “que nazcan Las Leonas”. Se lee mal el reglamento. Es impensado. Si hoy se lee mal un reglamento es un papelón atómico. En ese momento también, pero pasaba más desapercibido. De hecho, nadie se acuerda que se leyó mal el reglamento. Al leerse mal el reglamento hace que nosotras salgamos a jugar con la remera de Las Leonas, porque sino jamás hubiésemos salido a jugar con la remera de Las Leonas. Y porque se lee mal el reglamento, nosotras vamos a jugar el último partido de la clasificación con España con una cabeza distinta a la que hubiéramos entrado a jugar si hubiéramos sabido que esos puntos nos servían.
Te llevo al Mundial de 2002. Nosotras el único partido que perdemos es con Rusia. Ya estábamos clasificadas a semifinales, inconscientemente te relajás un poco. Bueno, con España nos pasó eso. Fue todo una mezcla de cosas negativas que después se hicieron positivas. Eso hizo que saliéramos a jugar con la remera de Las Leonas, que tengamos que jugar contra rivales que no hubiéramos tenido que jugar, que en nuestras cabezas sabíamos que teníamos que ganar 3 partidos para estar en una final cuando ya creíamos que estábamos en una final con un solo punto. Se generó algo que si vos tenías que escribir un libro decías ‘no, es imposible escribir esto, porque es imposible que pase’. Todo eso imposible, pasó. Por eso digo que fue un Juego mágico, donde fuimos subcampeonas y se generó algo importantísimo.
En Atenas ustedes llegan diferente, porque ya tenían en sus espaldas la presión de ser candidatas. ¿Cómo lidiaron con eso?
En Atenas ya éramos Las Leonas y fuimos a buscar la medalla de oro. Ese fue el torneo que era nuestro torneo. Cuando nos quedamos afuera en semifinales fue el momento más difícil para el equipo. En Sídney empezaba el camino, surgían Las Leonas, pero acá todos apostaban. Nosotras apostábamos por nosotras mismas porque sabíamos que teníamos chances de ganar una medalla de oro. Pero bueno, empezamos empatando con Gran Bretaña y eso hizo que después nos crucemos con Holanda. El primer tiempo contra Holanda fue muy bueno, y el segundo fue muy bueno el de Holanda. Terminamos empatando el partido con un gol que hice yo, que lo querían anular. Luego vinieron los penales, y lamentablemente nos tocó quedar afuera.
El vestuario era un bajón. Es un bajón, pero ya está, qué vas a hacer. Quedaste afuera. Por dentro querés tirar la cinta. Siempre cuento que Mariela Antoniska me dijo “vos no te podés caer, porque si te caes vos nos caemos todas”. No por mí como persona, sino por ser la capitana. Esos son los momentos en los que un capitán tiene que sacarse un poco el sentimiento y por más de que vos estés triste, decir “bueno, uno lo tiene que hacer. Me toca a mí, porque a mí me dieron esta responsabilidad”. Desde lo personal fue el momento más difícil, porque decís “no sé qué hacer”. Yo estoy igual o peor, pero tengo que sacar esto adelante. Con ayuda de algunas compañeras levantamos a todo el equipo. Más allá de eso, nosotras éramos un equipo que tenía mucha cabeza. Una camada muy mental. Vimos que teníamos la posibilidad de ganar una medalla de bronce, algo que cualquier deportista quisiera ganar. Cualquier deportista te firma ganar una medalla de bronce en un Juego Olímpico. No había que desperdiciarlo, porque después nos íbamos a lamentar. Cuando fuimos a jugar con China no fue un buen partido, uno tenía inconscientemente en la cabeza que no había llegado a la final, pero también éramos tan fuertes de cabeza que por eso lo terminamos ganando 1-0 con el golazo de Lucha (Aymar). Es el día de hoy que decís “menos mal que fue así”. Pudimos tener esa fortaleza mental para dar vuelta ese resultado.
En Beijing van en búsqueda de la revancha, pero nuevamente quedan a medio camino
Fue uno de los torneos que más disfruté, porque sabíamos que era nuestro último campeonato juntas. Si vos me decís si estábamos para una medalla de oro, no estábamos como en Atenas, pero la podíamos ganar, sí. En Atenas estábamos a punto caramelo para poder ganarla. Ahí en China no, pero no por nosotras. Holanda estaba muy bien, China estaba muy bien. Eran muy fuertes, y de hecho fueron los que llegaron a la final. Nosotras perdemos con Holanda 5-2 en la semi por detalles. Tuvimos dos cortos primero y no los pudimos meter. Y Holanda tuvo tres cortos después y los pudo meter. Esos son detalles que, a ese nivel… De ir parejo a ir perdiendo 3-0 en el entretiempo.
Por suerte ahí tuvimos la cabeza para salir a jugar con Alemania con la idea de ganar la medalla de bronce. Éramos conscientes del lugar donde estábamos y creo que también ganamos esa medalla de bronce justamente porque éramos un equipo súper mental, con una fortaleza mental tremenda. Alemania tenía que jugar mil puntos y nosotras 10 para que nos sacaran esa medalla. Era el último torneo que íbamos a compartir juntas y eso hizo que seamos muy fuerte no sólo de la cabeza, sino como grupo.
¿Sos consciente de que formaste parte de un grupo que cambió la historia de un deporte en Argentina?
Hoy, sí. Y me retiré en el 2008. Si me lo preguntabas en el 2008 te decía que sí, pero era mentira. No era consciente. Y creo que en el 2010, tampoco. Y en el 2012, tampoco (risas). ¿Por qué te digo que no era consciente? Porque en el 2010 vi a las chicas desde afuera campeonas del mundo y todavía estaban mis compañeras. Estaban Lucha (Aimar), Nené (Russo), (Alejandra) Gulla. Cuando se retiró Lucha, después del Mundial 2014, era nuestra última soldado, la última de nuestra camada. Cuando las chicas van a Río y no les toca clasificar a semifinales. Decís “guau, no clasificaron Las Leonas. ¿Cómo no clasificaron?”. Pero después decís “bueno, pueden no clasificar. Es una posibilidad”. No es tan fácil clasificar. Vos sabés todo el esfuerzo que hacen, y terminaron quintas. No es tan fácil. Uno lo daba como un hecho, pero te podías quedar ahí afuera. Ahí empezás a valorar un poco todo lo que te tocó hacer, ver los estadios llenos, ver que a Las Leonas las sigue tanta gente. Ahí te das cuenta.
¿Qué significa ser una Leona?
Siempre digo que ser una Leona es un todo. Hoy si le preguntás a cualquiera, a una de Las Leonas, te diría lo mismo que diría yo en este momento. Es ponerte la camiseta de Argentina y defenderla a muerte. Hoy, más grande y mirándolas a ellas, decís es eso y más, porque es una responsabilidad que vos tenés que saber llevar, que lo hacen y muy bien. Es la responsabilidad de ser la embajadora de tu país. Cuando vos te ponés la camiseta de Argentina sos más que jugar al hockey, es poner a tu país en lo más alto. Vos podés ganar o podés perder, pero vos tenés que demostrar el cómo lo querés hacer. Después, giles hay en todos lados. El que no valora tu esfuerzo es porque no conoce. El que lo conoce lo va a valorar. Eso me parece importante: el camino que vos hacés para lograr ese objetivo. Ser Leona es eso, ponerte la camiseta argentina y no querer sacartela más en tu vida.
¿Qué cambió en tu vida la medalla olímpica?
En mi vida, en realidad, nada. Bueno, nada no. Cambia en cómo vos te preparás en el deporte en sí. Las medallas las
tengo guardadas, ni siquiera exhibidas. Después las sacas y decís “guau, qué linda”. Te cambia en cómo te preparás vos como deportista para llegar a un Juego Olímpico. Todo lo que dejás, todo lo que vos hacés para intentar lograr una medalla. También te modifica en que te abre un montón de puertas en lo laboral. A mí me dio la oportunidad de trabajar en el deporte. Siendo nutricionista trabajé mucho tiempo, toda mi etapa en la Selección. Arranqué en el 2000 y terminé en el 2008, antes de ir a China. Luego me metí en los medios. El hockey me abrió la puerta para que yo pueda trabajar de periodista, sin ser periodista, por el hecho de haber sido deportista. En eso sí te cambia un montón.
Sos nutricionista, pero hoy tu vida gira en torno al periodismo. ¿Qué te llevó a elegir el periodismo por sobre la nutrición y cómo te llevás con este nuevo rol?
A mí la nutrición me encanta, pero el deporte me apasiona. Si vos me decís “¿te apasiona leer de nutrición?” No, no me apasiona. Me gusta, pero no me apasiona. ¿Te apasiona el deporte? Sí, todo. Llegan los Juegos Olímpicos y veo cualquier cosa. A mí el deporte me apasiona. El fútbol siempre me gustó, y me apasionaba. De chica siempre iba a la cancha. Nunca pensé laburar en el fútbol porque no había mujeres. Cuando se le empezó a dar lugar a las mujeres y empecé a estar en el periodismo me dije que quería eso.
Para el fútbol no era común que una mujer entrara. Y cuando se le empieza a dar lugar, yo quise estar ahí. Me empecé a meter, no sólo en el deporte, más bien en el fútbol. De a poco, haciéndose un lugarcito. ¿Por qué yo no puedo comentar de fútbol, si yo sé de fútbol? Puedo no saber de un montón de cosas, pero al fútbol jugué. No profesionalmente, porque no había club, pero siempre jugué al fútbol. Puedo analizar un partido de fútbol, ¿por qué no lo voy a poder hacer? ¿porque soy mujer?. Cuando empezás a entrar en ese mundo, que es muy machista, que es real, pero que cada vez va abriendo más las puertas, el hombre se va dando cuenta de que hay muchas mujeres que pueden opinar de fútbol. Nosotras también tenemos que saber que estamos ahí no por ser mujer, sino porque sabemos y nos preparamos. Eso es lo importante. En todos los ámbitos de la vida me gusta prepararme. Después están los gustos personales. Te puede gustar más uno que otro relatando, pero están todos preparados. Para mí, ver partidos no es un trabajo. Lo estaría haciendo por más de que no esté trabajando. Hoy que laburo de esto lo hago con otro ojo, más desde el análisis. Pero es algo que me apasiona.
¿Cómo ves a Las Leonas de cara a los Juegos Olímpicos de Tokio?
Es una pregunta difícil, pero no porque no les tenga confianza. Les tengo mucha confianza. La pandemia generó que no puedan jugar la cantidad de partidos que les hubiese gustado jugar. La Pro League no se pudo hacer. El año pasado no tuvieron competencia, y en Europa sí. Vos me preguntas cómo están en Australia, Nueva Zelanda, China, Corea, Japón, y no lo sé. En Estados Unidos uno más o menos ya sabe, porque no tienen clubes, sino que compite la selección. ¿Cómo les va a ir? Creo que les va a ir bien porque el resto de los equipos van a llegar como las chicas. Creo que todos llegan en igualdad de condiciones, salvo los europeos. Acá hace dos años que no tenemos competencia.
¿Todos los logros que consiguió tu camada son una mochila para el plantel actual?
Sí y no. Nosotras no teníamos esa responsabilidad de tener que ganar. Pero tenés la responsabilidad de ponerte la camiseta Argentina, y de querer poner a Argentina en lo más alto. Te repito: surgen Las Leonas siendo segundas. Hoy si llegan a una final también se las va a respetar, porque hay que respetarlas. Siempre digo que no perdés la de oro, ganás la de plata. La final la juegan dos, y nada más que dos. Todos quieren llegar a esa final. Todos queremos ganar, pero lamentablemente no pasa. Lo logra uno. Hoy es un honor ponerse la camiseta de Las Leonas, y todas las jugadoras que juegan al hockey hablan de Las Leonas. Eso hace que sea una competencia enorme, buenísima, donde el entrenador no sepa a quién llevar. Que todas quieran ponerse esa camiseta es un lujo. Es un desafío importante. Si vos tenés que apostar, Argentina está dentro de las tres primeras. Es una linda responsabilidad, pero no lo tienen que tomar como una mochila. Porque si lo tomás como una mochila te juega en contra.