(Por Hugo Tajes)
ESTIMADOS LECTORES, ESTAMOS CON UNA EDICIÓN MÁS DE LAS CRÓNICAS, EN ESTE CASO DEDICADAS A LOS VARONES, EN SU PARTIDO CON HOLANDA.
Cuando yo era chico solia utilizarse el término no pasa naranja en reemplazo de, por ejemplo, no hubo ninguna novedad. Eso es lo que sucedió en el encuentro entre holandeses y argentinos. Si a priori se pesaba que el equipo celeste y blanco podía torcer la historia y, apoyado en su tercer puesto del mundial, derrotar a los naranjas, esto quedó trunco de entrada por el accionar de los holandeses. Los dos primeros cuartos fueron de amplia superioridad de los subcampeones mundiales. Manejaban la bocha, abrían la cancha y llegaban hasta posiciones de peligro. Argentina sólo podía responder, porque la iniciativa siempre era de Holanda.
Ese mejor andar holandés se tradujo en dos goles, el primero de corto a través de Van der Weerden , y el segundo cuando Kemperman recibió increíblemente solo y marcó el tanto. Dos a cero, que pudo ser más amplio de no mediar un par de notables intervenciones de Vivaldi. Ese primer período fué bastante complicado para los nuestros, tan complicado como lo fue subir las fotos de la nota para este cronista. En la imagen de la izquierda se ve la foto tomada de la tv, bastante pobre, mientras que las dos mejores fueron desechadas involuntariamente por este torpe escriba, quizás influído por el jet lag de tener que hacer el comentario mañanero, madrugando a las 8 hs para ver el encuentro.
El segundo período, o los dos cuartos finales, dejaron otra imagen. Argentina se paró unos metros más adelante, fue a disputar la bocha y la posesión y pasó a dominar las acciones, pudo llegar al empate en varias ocasiones, pero en una contra rapídísima, nuevamente los naranjas llegaron con comodidad por intermedio de Puffelen y así liquidaron definitivamente el partido. A partir de allí la Selección Nacional trató de ir hacia campo rival , pero sin la presencia de sus mejores momentos y Holanda esperó tranquilamente el sonido de la chicharra.
El partido sirve, a futuro, para enmendar errores. No se pueden dejar espacios en zonas comprometidas ante rivales tan precisos. También sirve para este cronista, que deberá acostumbrarse al nuevo horario de sus crónicas, en el amanecer del día.