Aquí estamos estimados lectores, como lo hemos dicho miles de veces, con la vocación del cartero, ni el frío, ni la lluvia, ni el viento ni la nieve. Nada nos detiene para llevar nuestras crónicas. El problema fue que en esta tarde rosarina, sólo faltó la nieve, todo lo demás lo padecimos y en cantidades.
A instancias del cruel jefe, este escriba se instaló en “la Chicago Argentina” para cubrir las instancias de la World League. Mientras el jefe (nuestro villano favorito) y el cronista internacional Adriano se instalaban en un lujoso hotel céntrico junto al nuevo periodista estrella, oriundo de la península ibérica, y al nuevo fotógrafo, este sufrido escriba depositó su humanidad en un albergue juvenil con baño compartido.
Las peripecias de quien escribe para conservar sus artículos de trabajo, el turno del baño y la prioridad de la cama junto a la puerta, no fueron nada ante el evento climático.
Mientras nuestros héroes antes mencionados, se cobijaban del vendaval en el sector de prensa, este voluntarioso redactor debió llevar adelante sus crónicas en la intemperie de una anegada platea baja.
El devenir del encuentro entre la selección de la Argentina y la de China se contagió del dramatismo climático. Las Leonas, luego de un remate de Granatto en el travesaño ya no pudieron hacer pie en el partido. Lentamente el equipo asiático fue tomando posiciones en campo albiceleste y logró enredarlo en su maraña, construída entre las 25 argentinas y el mediocampo. Las chinas bloqueaban, cortaban y avanzaban por la izquierda de su ataque, así complicaron a las locales.
La tan mentada paciencia china se vio con claridad en este encuentro, a partir de la cantidad de veces que las jugadoras orientales repetían con disciplina movimientos y posiciones en el campo.
No extrañó que a los ocho minutos abrieran el marcador con una arrastrada de Mengyu Wang a la salida de un corto.
Argentina buscó ponerse en partido y lo hizo a través de una sucesión de cortos, en el cuarto barrionuevo estableció el empate a los dos minutos del tercer cuarto.
Cuando parecía que las locales tenían la posibilidad de prevalecer en el juego, Yudiao Zhao silenció al estadio al marcar el dos a uno en acción personal.
Enseguida Jinrong Zhang, la figura del encuentro armó una gran jugada por izquierda y Qian Yu definió a un costado. Tres a uno.
A partir de allí la Argentina fue con orgullo a buscar el descuento, pero la defensa china y los tres remates en los palos fueron quitando la ilusión por el empate. Una gran jugada de Campoy y dos o tres acciones de Merino hubieran merecido mejor suerte, pero las cartas estaban echadas.
Finalizado el encuentro, este cronista emprendió la retirada mientras retorcía su campera empapada, a la espera del esquivo colectivo que lo dejara a unas cuadras de su nueva morada rosarina.