La jugadora valenciana es una de la referencias del laureado Club de Campo Villa de Madrid de hockey y vivió la génesis del CH Xaloc
(Fuente: Abc; Cronista: Raúl Cosín; Foto: José Ramón Ladra)
Resuelta con el stick, diagrama cómo mover la bola cada vez que recibe, se gira y lanza a su equipo con líneas verticales. Lo suyo, reconoce, es cuestión de visión de juego. Un cómo edificar el juego del hockey en busca de la portería rival. Quizás tenga influencia de lo aprendido en la carrera de Arquitectura. Pero de fondo, en sus adentros, resuena en todo momento el golpeo del stick con la bola, porque su deporte es «media vida» y lo conoce desde que tenía ocho años. Amparo Gil Bayarri (Carpesa, Valencia, 1/5/1988) tiene un rol ejemplar, como una de las jugadoras de mayor experiencia de la formación, del Club de Campo Villa de Madrid, que recientemente se hacía con la medalla de bronce del Eurohockey Clubs Champions Cup -derribó a las alemanas del Rot Weiss Köln por 4-0 en el partido por el tercer puesto-.
Llena por su deporte, disfruta en uno de los grandes del hockey femenino de España: «Llevo siete años aquí. Hemos ganado cinco ligas, cinco copas, seis campeonatos de sala, hemos sido cuatro veces subcampeonas europeas de sala, y ahora hemos hecho el bronce en hierba en el Europeo por detrás de dos equipos holandeses. Este club es uno de los grandes».
Por las calles de Carpesa, como de localidades próximas como Borbotó, resuena el deporte de la pilota valenciana. Los vecinos se reúnen en el «trinquet» para no perderse una partida. Pero resulta que Carpesa también es territorio de hockey. «Hay mucha gente que juega allí a este deporte. En el veinticinco aniversario del club, varias personas se unieron e impulsaron la creación de una sección femenina. Entonces tenía ocho años y comencé a jugar», recuerda Amparo. Aquel proyecto no duró lo que se hubiese deseado y ella pasó un año sin jugar. Pero recibió la llamada de un proyecto naciente, el Tramo III en el antiguo cauce del Turia, para jugar. Y dijo sí. Se enroló con su prima, también jugadora de hockey. La escuela dependía entonces del San Vicente de Alicante. Pero los padres de las jugadoras decidieron formar club y nació entonces el CH Xaloc cuando la de Carpesa tenía 16 años. Estuvo en la génesis de una entidad referencia productora de valores para el hockey español. «Se hizo un gran trabajo en Xaloc y aquellos entrenadores, jóvenes, nos transmitieron ilusión y ese amor por el hockey», dice.
«Soy muy competitiva y tengo bastante carácter. No me gusta perder, aunque si el rival es mejor lo importante es el compareñismo y la felicitación», significa respecto a su figura. Quizás eso y el cómo se manejaba ya en juveniles llamó la atención de Pablo Usoz. Era el seleccionador absoluto, pero siguió a Amparo en un campeonato autonómico sub’18 en Bilbao. «Me dijo si quería irme a Madrid, al CAR. Tenía 17 años y hasta ese momento no sabía ni que aquello existía. Y lo vi como oportunidad y acepté», explica.
«El primer año fue muy duro. No sé cómo aguanté. Seguramente porque me gusta mucho mi deporte y porque quería hacerlo. Pero se hacían varias sesiones de entrenamiento diario. Coincidí con varias compañeras más mayores que ya estaban en la Selección. Tenía la sensación de que no iba cara al aire. Pero es una etapa que recuerdo muy positivamente», relata.
Retos por alcanzar
Después acabó su formación todavía con el Xaloc. Pero su entrenador le recomendó cambiar a un equipo de División de Honor. Pasó una temporada entrenando y estudiando en el CAR durante la semana y jugando los fines de semana en el Sardinero. Luego, y ya hace siete temporadas, fichó por el Club de Campo Villa de Madrid.
«Cuando llegué era la más pequeña y ahora soy una pieza con otro rol y con responsabilidad respecto a las chicas más jóvenes que van ascendiendo al primer equipo. Este club es uno de los más importantes y el objetivo cada temporada es ganar títulos. Las niñas ya suben a máxima categoría con esa mentalidad», explica, al tiempo que destaca la buena estructura del club, que apoya económicamente a las jugadoras, y apunta que «este deporte es mi vida. Y este club es mi casa. Tengo todavía retos aquí. Quisiera ganar un Europeo en sala o luchar en hierba contra las holandesas».
Amparo tuvo buen recorrido en la Selección: «Estuve el último año de sub’18 y los tres de sub’21. Jugué el Mundial en Bostón (2009). Luego, me llamaron para la absoluta y fui a un Challenge en Sudáfrica y luego al Mundial en Argentina». Destaca el buen trabajo que se está haciendo ahora en la Selección y confía en las opciones de España en el Preolímpico.