Masángeles Rodríguez rememora la gran hazaña de una selección que en cinco años pasó del amateurismo a ser campeonas.
(Fuente: La Voz de Asturias; Cronista: Roberto Rodríguez)
Para María Ángeles Rodríguez, Masa, como le llamaban en el equipo, Barcelona’92 fue el canto del cisne. Con 34 años llegó a su primera cita olímpica y consiguió una victoria histórica con un equipo de hockey femenino que unos años antes rozaba el amateurismo. Ahora es profesora de educación física y enseña orgullosa su medalla a unos alumnos a quienes intenta inculcar el espíritu deportivo.
– ¿Qué recuerdo tiene de aquellos Juegos?
– Son continuos. Fue algo único para un deportista. Cuando eres deportista buscas estar en unos Juegos Olímpicos con los mejores y al organizarlos España fuimos. Era la primera vez que España participaba en unos Juegos Olímpicos en hockey femenino. Cada año, cuando llega el 7 de agosto, el día que ganamos la final, lo celebro con mi marido. Nos felicitamos por whatsapp con todas las de la Selección, siempre, todos los años. No me parece que hayan pasado 25 años, es como si fuese ayer.
– ¿Sigue manteniendo el contacto con el resto de chicas del equipo?
-Si. Ahora en julio hemos estado juntas. Nos fuimos a Terrasa, que fue donde nos concentramos en el 92 antes de ir a la villa. Nos invitó el Ayuntamiento a todo el equipo y al staff. Fuimos todos, no faltó ni uno.
– ¿Le siguen llamando Masa?
-Sí. En el equipo Masa o Masángeles. Si dices María Ángeles no me conoce nadie.
– Se han contado muchas historias de aquellos Juegos, ¿cómo era el ambiente en la villa?
-Era la primera vez que íbamos a una villa y cuando nos vimos todos vestidos igual el contacto fue muy cercano con el resto de la delegación. El COE nos unió mucho porque nos llevaban a hacernos fotos e íbamos todos. Estábamos muy animados y muy contentos. Todos muy cercanos, incluso los extranjeros. Había muy buen ambiente y la villa estaba espectacular. Yo es en los únicos Juegos que he estado, pero gente del hockey que ha estado en más me dicen que ninguno como Barcelona.
– Su victoria fue una gran sorpresa, había otras selecciones como Inglaterra, Alemania, Holanda o Corea que eran mucho más favoritas.
– El staff nos entrenó muy bien. Fue un palizón físico enorme. Nos fuimos acercando antes de los Juegos a estos equipos que los veíamos a años luz al principio. A veces ganábamos, pero generalmente empatábamos o perdíamos. En Barcelona nos planteamos intentar llegar a semifinales, pero fuimos partido a partido y… Yo no sé qué siente un futbolista en el campo, pero nosotras, en un deporte minoritario como el hockey en el que normalmente te van a ver 100 personas, casi todos amigos y familiares, estar en el estadio lleno te hacía correr y no dar una bola por perdida. Hubo mucho sacrificio en el campo. Mucho trabajo en equipo. El juego era horroroso, pero ganas todas. Se ganaban los partidos a base de luchar.
– Ya jugaron con Alemania en la fase previa y empataron a 2, o sea que lo de la final no fue flor de un día.
– Sí. A Corea le ganamos en un torneo en Amsterdam. La única selección que se nos atravesaba era Holanda. Pero precisamente en las Olimpiadas no nos cruzamos con ellas. Jugar en tu país te ponía las pilas, y con tanta gente todavía más.
– ¿Les daba tranquilidad de cara a la final el tener ya la medalla asegurada, o la presión era la misma?
– Tranquilidad no, porque éramos puro nervio. Había un partido ahí y lo tenías que jugar. Lo que querías era ganarlo como equipo. Como fuimos partido a partido, cuando llegaron las semifinales lo planteamos como siempre, igual que la final. No pensábamos en quedar primeras sino en jugar el partido. Eso fue lo que nos benefició. Estábamos muy mentalizadas del presente. Cuando ganamos dijimos “madre mía, ¡qué hemos hecho!” No nos lo creíamos. Yo creo que el staff lo hizo muy bien. Nos trabajaron a nivel psicológico con mucha fuerza, aunque había gente que no lo quería. Nos dejaron mucha libertad en ese sentido. A nivel físico, táctico, técnico, psicológico… nos trabajaron en todos los aspectos.
– Nos decía Abelardo que ellos nunca tuvieron presión en ningún momento del torneo.
– Ellos están acostumbrados a tener muchos espectadores, nosotras no. Mirabas a la gente y te daba fuerza. Sentías su respaldo. Era muy bonito cuando terminaba el partido y te daban media hora para ir con la afición. Era un subidón, estallabas.
– ¿Cómo fue el cambio en la selección para pasar de un nivel muy bajo a ganar la medalla de oro?
– Se empezó a preparar en 1987, cuando se supo que Barcelona iba a organizar las Olimpiadas. Hubo mucho dinero de ADO para preparar las selecciones. El seleccionador nos preguntó si queríamos seguir a este nivel e ir a las Olimpiadas por disfrutarlas o bien trabajar en serio para intentar conseguir hacerlo mejor. Todo el mundo coincidió en trabajar. Fue muy sacrificado. Hubo momentos en los que los llamamos «entrenamientos inhumanos». Entrenabas tres horas con la selección y luego otras dos con el club, eso en una tarde, y luego el día siguiente otra vez. Y además yo trabajaba. Fue muy duro, pero lo elegimos nosotras.
– ¿Fue el momento cumbre de su carrera?
– Claro, ten en cuenta que yo fui con 34 años. Me preguntaron que si intentaría llegar y dije que sí. Lo mejor que tenía era el físico, así que no tenía problema. Retirarme en unos Juegos Olímpicos era maravilloso.
– ¿Donde guarda la medalla? ¿La sigue teniendo en un lugar especial?
– Sí. Yo soy profesora de educación física en un colegio. Los valores deportivos hoy están bastante bajos en todo, así que hablo a mis alumnos todos los años de Olimpiadas, en año olímpico aún más. Les enseño mucho la medalla, para que sepan como se consigue. No es que te la den, sino que tienes que hacer muchas cosas. Yo la enseño mucho en clase. Al ser además presidenta de la Federación madrileña me la piden en institutos con los que trabajamos. Es para enseñarla, no para tenerla guardada.
– ¿Sirvieron aquellos Juegos para fomentar el hockey hierba? ¿Creció la afición?
– No se supo vender la medalla. Con el oro de hockey podíamos haber hecho un boom. Cada cuatro años se oye el hockey, porque habitualmente conseguimos cosas. La Federación ha conseguido mantener el nivel. Es difícil normalmente que vayan ambas selecciones, la masculina y la femenina, pero en hockey se ha mantenido mucho tiempo. Somos pocas licencias pero hay muy buen nivel
– Después de terminar su carrera has sido entrenadora, presidenta de la Federación madrileña y ahora da clases en la universidad. ¿El hockey profesional da para vivir?
– No, viven pocos del hockey. Por ejemplo, a raíz de Barcelona’92 La Caixa ofreció un plan de jubilación a todos los deportistas que habíamos obtenido medalla. A los individuales cuando cumplan 50 años se les darán 600.000 euros, 100 millones de pesetas de antes. Para los deportes de equipo eran 1.200.000 euros para todas, en nuestro caso para las 16. Tocábamos a 73.000 euros. Aunque no juegas por dinero, a mi me arreglarían la vida esos 600.000 euros, pero no 73.000, aunque estoy muy agradecida cuando lo recibí, porque fue una ayuda, igual que a mis compañeras que lo están recibiendo ahora. Pero habría que medir mejor las cosas. Espero que lo hagan para las próximas Olimpiadas y sea un poco más repartido. Es esfuerzo es para todos el mismo, tanto en individual como en colectivo.
– ¿Qué se puede hacer para fomentar el deporte femenino? Sigue habiendo mucha diferencia de seguimiento, sobre todo en los más masificados.
– Hay pocas niñas deportistas. La educación física en los colegios es mínima y no fomentan habituar a una persona a hacer deporte. La gente que en realidad quiere hacer deporte tiene calidad. Mira en Río cuántas medallas femeninas ha habido. Las chicas somos muy disciplinadas y se puede trabajar muy bien con nosotras.
– ¿Es justo este desprecio al deporte femenino? En los Juegos de Río las deportistas femeninas consiguieron dos medallas más que los chicos.
– Lo decía en la radio hace poco. Si la televisión diese más deporte femenino las chicas se apuntarían más. Por ejemplo, el europeo de baloncesto lo emiten en horas de máxima audiencia, en chicas lo dan por la noche, de madrugada. ¿Quién va a ver eso? Las chicas no se identifican con los deportes. De repente ven una medalla de una chica, pero no viven como ha llegado hasta allí.
– Después de tantos años en Madrid, ¿echa de menos Asturias?
– Mucho. Cada quince días estoy ahí. Voy a ver a mi familia. Mi trabajo está en Madrid, pero tira la tierra. Mi Xixón del alma. Todo el mes lo vamos a pasar allí.