Tras años sin brillo, el hockey hierba español afronta con ilusión una nueva cita olímpica este verano en Brasil.
(Fuente: ABC; Cronista: Emilio V. Escudero; Fotos: Pin it, Gabi Juan)
Para el deporte español, los Juegos Olímpicos de Barcelona marcaron un antes y un después en muchos aspectos. Aquella cita de 1992 significó el despegue definitivo para muchos atletas, pero también fue el escaparate al mundo de una España moderna y renovada. Un cambio radical que reflejó esa regeneración vital en el deporte y que tuvo en el hockey hierba uno de los destellos más brillantes.
Aquel deporte casi clandestino que muy pocos conocían se convirtió en noticia por el empeño de un grupo de mujeres cargadas de ilusión, cuyo espíritu indomable acabó llevándolas a lo más alto del podio. Un ejemplo que las nuevas generaciones quieren seguir para relanzar al hockey después de ocho años de travesía sin resultados de relumbrón. Tendencia negativa que confían cambiar en los Juegos de Río.
Beatriz Pérez responde aliviada al otro lado del teléfono. Su vida, como la del resto de jugadoras de la selección femenina de hockey hierba, cambió hace apenas unos días. El pasado 18 de diciembre llegaba por fin la confirmación de la plaza olímpica para el equipo dirigido por Adrian Lock, con lo que se aseguraba el primer pleno de equipos nacionales en Río (los chicos ya habían logrado su billete meses atrás). «Fue un alivio, porque llevábamos tiempo trabajando sin saber si íbamos a estar ahí y ahora hemos recuperado toda la ilusión», reconoce la internacional, que esta semana comenzará una concentración con sus compañeras para preparar los Juegos, los primeros para ella y para gran parte de las integrantes que irán a Valencia esta semana.
Hace cuatro años, en Londres 2012, el hockey español se quedó huérfano. La selección femenina, fija en los Juegos desde Barcelona, se quedaba fuera por sorpresa. Un traspié justificado que sirvió de reflexión dentro de la federación. «De aquella derrota sacamos conclusiones importantes. La primera, que no podemos confiarnos. Que cualquier rival puede ganarte si no corres y haces bien las cosas», recuerda la jugadora del Club de Campo. Comenzó entonces una reestructuración interna que derivó en el cambio de seleccionador y en una renovación casi total del equipo. «Hace dos años, comenzamos a trabajar con un grupo de jugadoras muy jóvenes, cuyo mejor nivel llegará en Tokio 2020», afirma Adrian Lock, el seleccionador nacional, que aún así no desvía la mirada de Río de Janeiro.
Tanto él como Fred Soyez, el entrenador de la selección masculina, trabajan desde hace tiempo con el único objetivo de mejorar las condiciones del grupo hacia Brasil. Desde que aterrizaron en el cargo -casi a la par a principios de 2013- han abogado por un cambio de metodología acorde con el rumbo que ha adoptado este deporte en los últimos tiempos. Un incremento de la parcela física que obliga a los jugadores a ser más profesionales, aunque eso no siempre vaya acompañado de una mejora de sus condiciones.
La mayoría, como le ocurre a Marc Sallés, trabaja o estudia además de dedicarse al hockey. Él, uno de los veteranos de esta selección, sabe que la exigencia ha subido mucho en los últimos años y que la época dorada de Amat y Tibau ha quedado atrás. «El tema físico es cada vez más importante. Si no estás preparado en ese aspecto, hay equipos que te imponen un ritmo alto y acabas cometiendo fallos que te cuestan goles. Eso antes era diferente», afirma el jugador, convencido de que las semifinales son un objetivo accesible para España en los Juegos a pesar de los recortes que han sufrido desde que lograron el diploma olímpico en Londres.
Recortes por la crisis
«El dinero es el que es y, aunque tratamos de hacer milagros, no podemos estar al nivel de otros países como Australia, Holanda o Bélgica que se pueden permitir hacer concentraciones casi permanentes durante la temporada», señala José Antonio Gil, el director técnico de la federación. La crisis golpeó duro a los deportes menos populares y, sin inversión, los resultados se resintieron.
Ante la ausencia de dinero, la federación buscó pasión y la encontró en Adrian Sock y Fred Soyez. El técnico francés, un apasionado del «stick», ha trasladado su carácter al equipo masculino. «Hemos cambiado muchas cosas en el día a día de los jugadores. Quizá no tenemos el talento individual de antaño, pero somos más equipo», señala.
En ese mismo sentido se expresa Lock, el seleccionador femenino. Ambos comparten la filosofía de trabajo duro y métodos modernos, pero sin olvidar ese espíritu de Barcelona con el que España llegó a lo más alto del hockey. Lucha e ilusión. Sin marcarse más límites que el de darlo todo en cada partido con el objetivo de volver a brillar como antaño.