El hockey hierba se proyecta como uno más de los deportes que, pese a ser un habitual de las citas olímpicas, transcurre lejos de la mayoría de focos mediáticos en España, cuna de campeones y medallistas. El espejo en el que mirarse con cierta envidia, países como Bélgica, Alemania, Países Bajos o la Índia, donde este deporte goza de un trato profesional que da a sus profesionales la posibilidad de vivir practicando un deporte que no quiere ser menos que los demás.
(Fuente: Vavel; Cronista: Roger Maquena; Foto Santi Freixa: John Macdougall/AFP)
Corría el 2 de junio de 1912 cuando Lawn Hockey Club Calassanci y RCD Espanyol disputaron en Terrassa el primer partido oficial de hockey hierba en España. Aquel encuentro, que se saldó con un 7-2 para los blanquiazules, sembró la semilla de un deporte centenario consolidado a base de éxitos, pero que tiene que reinventarse año a año para sobrevivir pese a ser cuna de algunos medallistas olímpicos, campeones de títulos internacionales y algún que otro mejor jugador del mundo.
Un deporte olímpico y centenario
La llegada de este peculiar deporte a la ciudad egarense no fue casual: sus orígenes se vinculan con el perfil social y económico que vivía a inicios de siglo XX la sociedad catalana. Entre las ciudades predominantes del momento,Terrassa, capital compartida del Vallès Occidental, era uno de los municipios líderes en la industria textil española. Los burgueses de la ciudad, en busca de un deporte que les permitiese identificarse con su clase social, decidieron importar un juego de origen indio, el hockey, que se practicaba en los países referentes económica y deportivamente hablando, eso es, Inglaterra y Escocia.
Fueron unos jóvenes del Ateneu Calassanci, una entidad de perfil religioso, los que introdujeron este deporte en Terrassa. Así, en abril de 1911, llegó a España la primera partida de sticks. En poco tiempo, formaron la sección de hockey del Ateneu, denominada Lawn Hockey Club Calassanci. El segundo paso fue obtener el resto de material y el reglamento necesarios, y el tercero, encontrar un rival contra el que jugar.
En Barcelona, consiguieron pactar un encuentro con algunos futbolistas ingleses del RCD Espanyol, duelo que supuso la estrena de dos equipos de hockey de once en un partido del que se tiene registro. La contundencia del resultado se debió a la superioridad física blanquiazul, pues los jugadores pericos estaban mejor preparados en ese apartado.
En los años 20, el hockey se hizo un hueco en la vida deportiva catalana, si bien en la década posterior se vio frenado a causa de la Guerra Civil. Se reavivó, pese a todo, en los años 40, cuando surgieron nuevos clubs en ciudades como Lleida, Tarragona, Girona, Mataró e, incluso, Mallorca. Fue en Terrassa, sin embargo, donde creció con más fuerza. En 1910, el Calassanci había evolucionado a lo que hoy es el CD Terrassa, junto al Real Club de Polo de Barcelona, los dos clubs hegemónicos en los inicios de las competiciones catalanas y nacionales.
No fue hasta la década de los 60 que Egara y Atlètic rompieron esa dualidad e instauraron una nueva bipolaridad aún vigente, recogida en el derbi por excelencia en la liga española. De las 46 ligas españolas disputadas hasta el momento, 34 han sido para clubs de Terrassa (20 Atlètic, 13 Egara y 1 CD Terrassa). 12 para el RC Polo, y solo dos, para clubs no catalanes (Club de Campo y Gaviria HC San Sebastián).
La designación de Barcelona como ciudad olímpica supuso otro gran impulso para este deporte, ya que permitió a varios equipos implantar nuevos campos de césped artificial, entre otros avances tecnológicos. No es casual, tampoco, la denominación de Terrassa como ‘ciudad olímpica’: ahí se consiguió el único oro olímpico de la historia del hockey hierba español, en categoría femenina, además, desde Roma 1960 han habido más de ochenta terrasenses en los diversos Juegos Olímpicos. En Londres 2012, sin ir más lejos, hubo 23 deportistas de la ciudad, la mayor parte jugadores de hockey.
Capital española de notoriedad europea
“Terrassa es la ciudad del hockey dentro del Estado español. Nos guste o no, el hockey a nivel español es simplemente anecdótico”, expone Andreu Enrich, ex jugador del Atlètic y actual miembro de la plantilla del Pinoké de Ámsterdam. Además de los numerosos títulos nacionales y continentales de los clubs de Terrassa, la cifra de practicantes refuerza su teoría: alrededor de 2.600 de las 10.000 fichas federativas del país corresponden a jugadores y jugadores de la ciudad vallesana. “Sin Terrassa, nada habría sido así. Ni siquiera el Polo, sin la competencia y referencia de los clubs terrassenses, habría dejado de ser un pequeño grupo de aficionados adinerados para convertirse en el potente club que es actualmente. Terrassa ha sido un referente y el motor del hockey en el Estado español”, añade Enrich.
La destacada vinculación existente entre el hockey hierba y Terrassa es tan destacada que en el extranjero identifican ambos conceptos con regularidad. “El hockey ha significado mucho para la ciudad, ya que gracias a tener muchos jugadores en la selección ha podido ser reconocida por todo el mundo como una de las ciudades con más olímpicos del mundo”, relata Xavi Arnau, antiguo jugador de Atlètic y Polo, actual técnico del Club de Campo. “Durante muchos años, han sido los clubs de Terrassa los que siempre han ido representando al país en las competiciones continentales”, completa Enrich, quien además equipara su ciudad natal con otras grandes ciudades donde el hockey goza de una gran tradición y seguimiento como “Amstelveen en Holanda, Mulheim en Alemania, Jalandhar en la India o Sialkot en Pakistán”.
Este deporte, por cierto, no se limita a los hombres jóvenes, sino que también tiene un amplio seguimiento entre hombres de edad más avanzada y también entre las mujeres. La participación femenina empezó en 1929, con la creación de un equipo de mujeres en el CD Terrassa, y desde entonces se ha ido consolidando. En sus inicios creció con problemas, pues había controversia en torno a la participación femenina en deportes como este, pero a mediados de siglo se fue extendiendo. En 1940, la Alemania de las Juventudes Hitlerianas y España disputaron el primer encuentro internacional de mujeres a nivel español, un duelo de clara propaganda fascista. Más brillante y menos politizada fue la reedición de ese encuentro medio siglo después, en la final olímpica de 1992, cuando las españolas dieron la sorpresa al derrotar a las alemanas por 2-1.
Un juego elitista
Pese a mostrarse fiel a sus ciudades originarias desde siempre, al hockey hierba español le ha costado echar raíces entre la mayoría de la población, incluso en los municipios donde está más extendido. “No creo que en Terrassa haya un gran sentimiento identitario de los ciudadanos respecto al hockey. Aquí hay grandes clubs y jugadores de nivel, pero no deja de ser un deporte bastante elitista que se ubica dentro de un público bastante concreto y no representativo del ciudadano terrassense actual”, se sincera Enrich, quien desvela uno de los principales obstáculos con los que ha topado este deporte en España, el elitismo.
Similar opinión comparte uno de los mejores jugadores del mundo, el ex jugador del Atlètic, actualmente en el Amsterdam Hockey & Brandy Club, Santi Freixa,quien reconoce que el hockey es “un deporte elitista por tradición que no ha conseguido despertar un interés general”. Trotamundos del hockey (ha viajado por la India y los Países Bajos, además de sus participaciones con la selección), Freixa destaca el alto coste que conlleva su práctica: “Hay muchas barreras de entrada, especialmente económicas, por la necesidad de jugar con un palo, unas zapatillas, un casco, protecciones, un campo… eso en el fútbol no ocurre, solo necesitas un balón”.
Tanto Freixa como Enrich coinciden en algunas de las soluciones que deberían tomarse al respecto, con tal de ampliar el deporte a más gente. “Hay que olvidar la fórmula de superclub que tenemos a día de hoy”, señala Enrich, que contrasta lo que ocurre en España con lo que ha vivido en el extranjero: “En Holanda los clubs son hechos de un campo, una casa-club sin ningún lujo y un par de vestuarios. Las cuotas de socio son mucho más asequibles, claro”.
“La única manera de crecer es a nivel escolar, dando a los niños un stick, que empiecen a jugar y prueben si les gusta”, se suma Freixa, que ve fundamental el papel de las escuelas en la difusión del hockey. “Cuando el hockey se practique en todas las escuelas y en las plazas de los barrios, ese día podremos hablar de un verdadero símbolo de la ciudad”, puntualiza Enrich. Ambos jugadores colaboran en un proyecto solidario, Stick for India, que de la mano de la Fundación Vicente Ferrer, pretende utilizar el hockey como una herramienta para ayudar a niños y niñas necesitados en India.
Precisamente en el país asiático, el hockey es un deporte nacional que cuenta con más de un millón de jugadores federados. “Incluso aparece en la Constitución”, subraya Freixa, que en 2007 vistió la camiseta del Shere-Jalandhar de la Premier League india. “Allí el hockey no tiene el componente clasista que tiene en España”, señala el propio Freixa. Algo similar ocurre en Holanda, donde según Enrich, “el hockey es masivo, en cada ciudad y pueblo hay clubs, y hay más de 300.000 fichas en un país de unos 15 millones de habitantes, un ratio enorme comparado con España”.
Son muchas las diferencias entre el hockey nacional español y el que se practica en otros lugares de Europa y del mundo, pensamiento que también defiende Xavi Arnau. “En Bélgica u Holanda tienen estructuras dentro de la Federación y clubs muy grandes, con mucho personal trabajando día a día para mejorar el deporte en su país, y eso se nota”. Así, el hockey español no deja de ser un deporte local cuyo interés difícilmente trasciende las fronteras municipales de las ciudades participantes. Eso apenas se ve cada cuatro años, en las citas olímpicas, son momentos excepcionales.
Retos de futuro
El pobre seguimiento mediático también hace que el hockey español pierda las comparaciones con los demás países. “Es una cuestión de la sociedad en la que vivimos, no podemos hacer más”, se resigna Arnau. Diferentes argumentos exime Enrich: “El hockey no vende porque es aburrido de ver. Un partido solo es divertido, para un no aficionado, cuando se puede retransmitir con seis cámaras, un gasto que no es asumible para una televisión a día de hoy”.
Ni la modernización de las instalaciones ha permitido aumentar el seguimiento, algo que corrobora Santi Freixa. “Cada año se cambian las normas para que sea más atractivo: se quitó el fuera de juego, se cambió el color del césped y de las pelotas, se hacen millones de cosas, pero el hockey es lo que es, y la pelota seguirá siendo pequeña y difícil de ver. Si no eres aficionado, reconozco que se ha de hacer un esfuerzo visual muy elevado”, se sincera quien ha sido uno de los jugadores más laureados del hockey español. También en los medios de comunicación, las distinciones son claras. “En los Países Bajos los partidos de liga se retransmiten por lo que aquí sería La1 de TVE, tanto en hombres como en mujeres. Además, los partidos aparecen en primera página de deportes de diarios de tirada nacional. Aquí, necesitas una lupa”, critica Freixa, que expone que en este deporte solo se puede vivir “si eres olímpico, sino no”.
El profesionalismo del deporte es otro de los temas tabúes que generan cierta controversia. El más contundente al respecto es Xavi Arnau, quien opina que “el hockey no es para vivir”, pero matiza que “sí puede ayudarte a ser reconocido como quien hace prácticas en una empresa mientras está estudiando su carrera universitaria”. En algunos casos, prosigue Arnau, la solución para seguir jugando a hockey al máximo nivel y compaginándolo con un trabajo es marchando al extranjero. “Hay jugadores en Bélgica, Alemania y los Países Bajos que les ofrecen un piso, coche, y dinero para jugar”, expone preocupado, consciente que el factor económico puede suponer un éxodo de talento hacia el extranjero, algo que repercute negativamente en el nivel de la liga española.
“Es un deporte de exigencia profesional sin remuneración profesional”, lo describe Freixa, cuya implicación con el deporte va más allá: “Te exige al máximo en todo, tanto en estudios como en el campo, hace que necesites crearte una vida académica, laboral, en paralelo a un deporte, y eso es un reto”. Para Enrich, sería “deseable” que en España los jugadores pudieran ganarse la vida con el hockey. Fijarse en los modelos del extranjero es una de las recetas que proponen para lograr que este deporte agrupe a un mayor número de seguidores, si bien son conscientes de que el futuro más cercano seguirá dictando que el hockey, en España, es un deporte amateur.