El jefe me encomendó que hiciera la crónica de la final del Panamericano Junior. Por una vez se acordó de este cronista para liberarlo del viento y el frío de la tarde porteña.
Seis a cero. Ese fue el resultado y la síntesis de lo que fue la Argentina en esta final y en el torneo. Las chicas argentinas basadas no sólo en la capacidad individual sino en el juego de conjunto demostraron una notable superioridad ante todos sus rivales, que se resume en el resultado del último encuentro ante las estadounidenses.
El primer período finalizó con un exiguo 1 a 0 pero en el complemento la contundencia de las leoncitas fue tremenda, parecía que atacaban y convertían. Los cinco goles de esa etapa llegaron tras buenas combinaciones, con ataques veloces y toques de palo rápidos y efectivos.
El juego de ataque y precisión se complementó con la solidaridad demostrada por las chicas en la recuperación, yendo de a dos ó tres sobre cada receptora.
Otra satisfacción para las chicas fue el logro de completar el torneo con la valla invicta.
Finalizado el encuentro estimados lectores, quien escribe celebró el triunfo de las nacionales con un sobrio brindis a la distancia, desde el cálido living donde la tv devolvía las imágenes de la vuelta olímpica.