Andrés Aliberti quiso probar suerte en Madrid y lo deportaron. Tres años después se le abrió una puerta en Suiza y hoy la rompe en Club Lugano.
(Fuente: Mdzol; Cronista: Santiago Serrano)
Andrés Aliberti, más conocido como Boli, es un jugador mendocino de hockey sobre césped que supo jugar en Vistalba y hoy es figura en la primera división de la Liga suiza.
Con una historia de sacrificio y paciencia, Aliberti pudo cumplir su sueño y dejar en lo más alto al hockey provincial.
En una charla exclusiva , el talentoso jugador ex Vistalba contó cómo fue su adaptación al juego europeo, cómo vive en el Viejo Continente y cuáles son sus objetivos en un 2015 que promete ser importante para su carrera.
¿Cómo surgió la posibilidad de irte?
En el 2011 me quedé fuera de España. Iba a ir a jugar a Santander y cuando llegué al aeropuerto de Madrid, me sacaron del vuelo y me mandaron de vuelta. Fue algo raro porque yo iba hasta con la carta de invitación del club y todos los papeles al día. Realmente me trataron muy mal y me quedó la espina de poder jugar en Europa.
A raíz de eso, volví a Mendoza y no quería saber más nada con jugar en el Viejo Continente.
Pero finalmente la posibilidad me llegó a través de un amigo de Andino, Lucas Vega, con quien he compartido muchos seleccionados y ya estaba en Suiza.
Un día salgo de entrenar y tenía una llamada perdida de él. Lo llame y me dijo que si yo le decía que sí, viajaba a jugar a Suiza.
¿Cómo fue tu llegada a Suiza?
Cuando surgió esta posibilidad armé la mochila como si me fuese a la vuelta de mi casa. Tenía mucho miedo por lo que me había ocurrido en España. No llevé ni el mate por si me mandaban de vuelta, tenía mucho temor que me pasara lo mismo que en el 2011.
Así que llegué a Londres y de ahí viajé a Italia. Cuando llegué a Italia, pasé el pasaporte, me sellaron los papeles y vi mi maleta, salí del aeropuerto y me puse a llorar. Fue un desahogo muy grande.
¿Qué diferencia notaste con Vistalba y el club suizo?
A nivel deportivo seguimos siendo mejores los argentinos. Hay una brecha importante y por eso buscan mucho al jugador argentino.
A nivel económico, estamos años luz de ellos. Hablando a grosso modo, acá en Mendoza hay clubes que tienen 200 socios y se la tienen que arreglar prácticamente los jugadores solos.
En Europa los clubes son mucho más solventes y, además, tienen más socios y las comunas que aportan dinero al club. Más los sponsors y publicidad.
Por otro lado, la organización es muy distinta. En Mendoza, los jugadores se pagan hasta la ropa y allá te sentís como Messi y Mascherano en Barcelona.
¿Con qué te encontraste cuando llegaste al club?
Cuando llegué al club pensé, ¿en dónde me metí? Éramos 5 jugadores que comenzamos la pretemporada y el cuerpo técnico. Después me explicaron que los jugadores estaban volviendo de sus vacaciones y en un tiempo ya estaba el equipo completo.
¿En que situación deportiva se encuentra el equipo?
Y cuando llegamos el equipo estaba recién ascendido. En este momento, que estamos en el receso, ya somos el equipo sensación del campeonato. Se dio todo muy rápido.
Llegaste y te pusiste la camiseta para jugar el clásico, ¿cómo fue eso?
Así es. Llegué y el primer partido era con Lucherna, que es el clásico del club donde juego (Hockey Club Lugano), que son de la misma zona.
Había arribado un jueves a Suiza, tuve dos entrenamientos y salí a jugar un clásico con tipos que en mi vida le había pasado la pelota y no entendía lo que hablaban. Pero felizmente pudimos ganar el partido 2 a 1 y arranqué de la mejor manera.
¿Y cómo hacías para hacerte entender si no podías comunicarte?
Al principio estuve muy ligado a Lucas. Cada situación confusa, yo le preguntaba algo a los gritos. Pero él es volante y yo defensor por lo que se me hizo muy complejo.
¿Cómo es la mentalidad del jugador europeo?
Es muy distinta. Creo que eso fue lo mejor que hemos hecho los dos argentinos: contagiar un poco la forma de pensar.
Cuando jugamos contra el segundo de la Liga, tenían fichajes estrellas que eran dos holandeses, dos alemanes y un argentino. El primer tiempo terminó 0 a 0 y nuestros compañeros salieron contentos porque no iban perdiendo y como qué el objetivo ya estaba cumplido.
Con Lucas nos miramos y les dijimos que se podía; pero ellos no lo entienden. Terminamos perdiendo 5 a 0 y ahí me di cuenta que la cabeza de ellos es muy distinta a la de nosotros.
Uno cuando sabe que quizá es inferior da el máximo para superarse, ellos se conforman.
¿Cuál fue tu mejor partido desde que llegaste?
Contra el Rodvice. Ganamos 2 a 1 e hice los dos goles. Y en la última jugada le dieron corner corto para ellos, donde hacen una jugada por derecha, me tiré y la saqué.
Como que no entendían que jugara con el corazón los partidos. Y Lucas ahí le contó que era mi forma de jugar y que no pasaba nada.
¿Cómo te adaptaste a la alimentación en Europa?
Fue sencillo. Porque al vivir con Lucas y ser los dos argentinos nos las ingeniamos para comer lo más parecido posible. Por suerte no tenemos inconvenientes a la hora de comer. Hemos hechos empanadas, pizzas, pastel de papas, y la carne es bastante parecida. El único problema es que es un poco caro el tema de la comida.
¿En qué momento de tu carrera surgió esta posibilidad?
Creo que me tocó en una etapa de maduración justa. Llegué mal físicamente a Europa, pero con profesionalismo recuperé mi forma muy rápido. Quizá, pienso hoy, si me hubiera salido la chance de 2011 en España no la hubiera afrontado con la madurez que tengo ahora.
En la parte táctica y técnica creo que llegué en mi mejor momento a Suiza. Y a nivel mental estoy en mi plenitud.
¿Qué enseñanza te dejó el hockey europeo?
Creo que la organización es lo mejor que me llevo de esta experiencia. Te doy un ejemplo: cuando me vine de vuelta yo ya sabía el fixture para cuando vuelva y hasta los horarios de entrenamiento. Tienen una programación increíble de las cosas, lo que hace que los clubes sean muy ordenados a comparación de Argentina.
Por último, el jugador mendocino pidió dejar un saludo a quienes, a su entender, hicieron posible que goce de este presente.
“Quiero darle las gracias públicamente a mis padres y mis hermanos que hicieron posible que yo pudiera estar en Europa con la cabeza puesta solamente en el hockey. Y por último, a mis mejores amigos que siempre estuvieron al lado mio, tanto en las buenas como en las no tanto”.