(Por Hugo Tajes)
El sabio jefe determinó: En este año de mundiales, nos perdimos la oportunidad de contemplar otros deportes desde la visión del hockey. Ahora vamos a comenzar a reflejarlo en las crónicas. Así me encargó la primera aproximación: El Abierto de polo en Palermo. Es la primera vez en años que no concurro a la final, pero cumpliendo con el mandato, me instalé en el living a ver el encuentro entre La Dolfina y la Ellerstina. Si quieren saber por qué este torneo 121° fue especial, les diré que por primera vez en la historia, La Dolfina pudo igualar la marca del equipo de Coronel Suárez, comandado por Juan Carlos Harriot, al ganar la triple corona (Tortugas, Hurlingham y Palermo) durante dos años consecutivos.
Imaginen los amantes del hockey por ejemplo, la dificultad de realizar sus destrezas arriba de un caballo que corre, como mínimo, a 60 km por hora. Así se manejan los jugadores de polo. No sólo deben tener la habilidad de manejar el palo (taco) y la bocha, sino también realizar todos los controles para guiar al equino. Deslumbrante capacidad.
Este torneo presentó la característica que ha venido siendo tendencia en los últimos años. Juego muy físico, muy cortado y con muchos penales, por la sucesión de faltas. El partido comenzó parejo, pero a partir del 4° chukker (período) la Dolfina comenzó a estirar el marcador, prevaleciendo en las posiciones de campo a partir de las bochas ganadas en el throw-In (acción de reanudar el juego, el árbitro hace una suerte de bote a tierra) ,esa ventaja la mantuvo hasta el final venciendo por 14 a 12. Esa cifra pudo haber sido mayor si Cambiasso hubiera estado más fino en los penales.
Como decíamos antes, este fue un evento especial. El polo Argentino tiene tanta ventaja sobre el polo de los demás países, como lo tuvo el equipo de básquet de la NBA, el “Dream Team” sobre sus contemporáneos. Además tiene los dos mejores jugadores de la historia sin discusión, Juan Carlos Harriott y Adolfo Cambiasso. Tal aceptación de un deportista argentino, sobre su calidad de mejor de la historia, sólo la comparte Luciana Aymar en el hockey.
Así, con esa visión que lo caracteriza, el jefe, admirador del polo también, encargó a este escriba la redacción de este comentario. Seguramente nuevos relatos nos presentaran otros deportes, entendiendo que la excelencia de los protagonistas siempre es bienvenida.
A la espera de una nueva crónica y fiel a la categoría de este juego en particular, este redactor se despide tomando un típico tecito con masas, en el crepúsculo de este tórrido sábado.