(Por Hugo Tajes)
El exigente jefe indicó, “como este fin de semana no tuviste hockey, vas a cubrir la sección otros deportes”, te vas a Boca-River.
Así fue que este obediente escriba, rumbeó para el barrio de La Boca, para comentar sobre un clásico que tiene por estas semanas una particularidad especial, tres partidos en 11 días. Diremos para entender el fútbol desde la visión del hockey, que el clásico GEBA-Ciudad, se televisó a las 12 del mediodía de un sábado y con una concurrencia aproximada de 1000 personas. Aquí 45000 fanáticos y millones de televidentes, se desvivían por ver el encuentro.
Cuando arribó este cronista, una hora antes del comienzo, la cancha estaba casi colmada, Sólo algunos sectores de plateas esperaban por los más remolones. A medida que se acercaba la hora del inicio del partido el clima iba in crescendo y estalló en cánticos con la aparición de los equipos.
La importancia internacional del clásico, se entiende en la cantidad de extranjeros que se pasean por el estadio en estos encuentros, se escuchaban voces de diferentes países, repartidas en el sector de plateas que dieron alojo a este escriba.
El juego en sí, no fue bueno, demasiada tensión y nervios, hacían que la pelota quemara en los pies y se produjeran imprecisiones. Boca tuvo más ocasiones favorables en el primer tiempo, pero no concretó.
Las diferencias en juego entre un partido de hockey y de fútbol, cuando hay paridad entre los equipos; se dan por las características del reglamento. En hockey, el sólo aproximarse al área es una opción favorable, si no hay ocasión de remate, se busca un pie o una falta para generar un corto. En fútbol si el área está poblada las ventajas se diluyen, pero existe la posibilidad del remate desde afuera del área o del juego aéreo.
En un juego trabado como el de ayer, muchas veces los equipos intentaron jugar con pelotazos largos o balones por el aire, cosa que deslució el juego.
Terminado el primer tiempo, sin goles, este abnegado cronista fue en busca de un sandwichito, pero las multitudes famélicas coparon los puestos de comida y la vuelta para el segundo tiempo, lo encontró desilusionado y hambriento.
El segundo período no salió de la tónica general hasta el ingreso de Gago en los locales.¡Por fin un jugador que intentaba asociarse y establecer un circuito de pases! Boca se paró más adelante y el encuentro llegó hasta el minuto 38′ en que este escriba, aburrido por el 0 a 0, friolento y con necesidades fisiológicas, se dirigió al sector excusado de la Bombonera. Mientras estaba e esos menesteres, dos alaridos acompañaron sendos goles xeneises, que en definitiva serían los del marcador final. Dos a cero para los locales.
El calorcito de los puestos de comidas y el compacto rugir de las tribunas, arroparon al cronista hasta el final del encuentro y al momento de emprender la retirada del legendario estadio, con frío y aún hambriento, recordó que; lamentablemente; en fútbol no hay pizzas y gaseosas del tercer tiempo.