Lara Oviedo es una de las diez argentinas que forman parte de la selección italiana de hockey, que volvió a un Mundial después de 42 años y ganó su primer partido 3 a 0 ante China. Metió un gol y fue elegida como la jugadora del partido. Es la abanderada de un grupo de chicas que surgieron acá pero buscaron su lugar en el Viejo Continente.
Su sueño era jugar con las Leonas mientras se desempeñaba en el Club Italiano. La convocaron en 2014, entró a la lista oficial, jugó un Cuatro Naciones con la celeste y blanca y pasó por lo que describe como una de las mejores experiencias de su vida: ser compañera de Luciana Aymar El primer bajón anímico fue quedarse afuera de una lista para una gira por Bélgica, pero lo superó porque se quedó en Buenos Aires entrenando con un grupo reducido en el que estaba Aymar. La veía que hacía todo fácil y se quedaba hipnotizada mientras la observaba mostrar un ejercicio. En 2015 continuó con el plantel hasta que antes de fin de año dieron una nueva nómina de jugadoras en la que tampoco aparecía su nombre.
“Fue duro. Sentía que había estado ahí pero no había tenido la posibilidad de jugar algún torneo importante para adaptarme un poco más. En Argentina es difícil, hay muy buenas jugadoras. Me dije hasta acá llegué, pero me volvieron a llamar después de los Juegos Olímpicos de Río y no pude decir que no. Fui y volví a quedar afuera de la lista. Ahí sí puse el punto final”, cuenta con algo de angustia.
A principio de 2017, a Lara le llegó un propuesta para ir a jugar al exterior, a Canarias. Sin pensarlo mucho, decidió aceptar. Allí conoció a Celina Traverso, otra argentina que hace tiempo ya juega en Europa y en la selección italiana, y que al ver sus condiciones y saber que tenía doble ciudadanía, le ofreció empezar a entrenarse con el equipo representativo. Otra vez no quiso darle mucha vuelta al asunto, y pensó que sería una buena idea decir que sí y probar. Había una World League por delante.
-¿En algún momento te detuviste a pensar lo que significaba ponerte la camiseta de Italia?
-Me pasó cuando que me dijeron que tenía que tener tres años sin haber jugado partidos oficiales para la selección de Argentina. A mí me daba justo porque el último oficial había sido en 2014, los demás fueron amistosos, pero ahí me di cuenta que, por mi edad, si jugaba un partido oficial con Italia ya no tenía chances de jugar para Argentina, y siempre tenés las esperanzas de que te vuelvan a llamar, pero decidí darle para delante. Me agarró algo de nostalgia, pero toda mi familia me apoyó, y hoy estoy feliz.
Oviedo se describe como “algo colgada” y no sabía que ese primer torneo que jugó con la azzurra era clasificatorio para el Mundial. Tenía planeado volver al país para seguir con la carrera de Nutrición que estudia en la UBA.
-¿Cómo te llevás con el italiano?
-Cuando empezó todo esto no sabía nada, pero entenderlo no es tan difícil, es muy similar al español. El problema era hablar, me daba vergüenza. Algunas de las chicas estudian, yo debería pero por ahora sólo me bajé una aplicación en el teléfono para aprender lo básico.
-Pero en la vorágine de un partido, ¿podés no entender lo que te están indicando?
-(Se ríe). Los primero partidos me pasaba que me gritaban y estaba media perdida, y me sigue pasando. Tal vez me llaman la atención enojados por algo que hice mal y no termino de entender qué me dicen, pero en algún punto es mejor porque no me afecta el reto. Aunque después intento averiguar de qué se trata.
En Londres están las 18 convocadas para el Mundial y las dos jugadoras de reserva. La mitad son argentinas y en el hotel hay seis equipos de mate dando vueltas entre las habitaciones. Italia volvió a un Mundial después de 42 años. La emoción de las nativas contagió tanto a las argentinas que el festejo por el primer triunfo fue elocuente por lo histórico.
“Ni soñándolo podía hacer sido mejor el debut. Jugamos muy bien, tuve la suerte de hacer un gol y cuando me dieron el premio a la jugadora del partido, que ni sabía que lo daban, y miré alrededor del estadio y estaba mi familia, mi novio, mi entrenador de mi club de toda la vida, Juan, fue increíble”, cuenta y otra vez aparece el brillo en sus ojos. Mientras, sueña a la par de una selección que busca dar otro paso.
Juan Casas fue entrenador de Lara durante 16 años en el Club Italiano, fue a Londres especialmente a verla y la describe de esta manera: “Como jugadora siempre fue una esponja, no había nada de lo que proponía para aprender que ella no lo haga, lo supere, modifique y mejore. Es una luchadora y ganadora nata. Además de todo lo que hace con la bocha ofensivamente es la mejor defensora que un equipo puede tener”.
(Fuente: La Nación; Cronista: Sheila Shab)