Tucumán: COMENZÓ A JUGAR SIN ZAPATILLAS Y AHORA SUEÑA CON LOS LEONES

Yonathan De Lorenzo aprendió a amar al hockey y ahora busca su lugar entre los más grandes.

(Fuente: LG Deportiva; Cronista: Teresa Barrionuevo)

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Yonathan De Lorenzo proviene de una familia muy humilde, cuyos integrantes pelean día a día para salir adelante. Viven con lo justo y a veces ni eso. Su papá trabaja en un bar y su mamá vende ropa. Pero hay algo que a “Yony” le sobra: entusiasmo. El joven apareció un día en el club Cardenales escurriéndose por un hueco de la tapia lindera a su casa de barrio Sarmiento. Ingresó con unos amigos a jugar al fútbol, sin imaginar que el hockey lo estaba esperando.

A Yonathan le llamó la atención ver jugar a las chicas con el palo y la bocha y preguntó: “¿qué deporte es?”. Siempre fue inquieto y decidió aprender. Aparecía en el club en los horarios que entrenaban las chicas y pedía prestado el palo y una bocha para jugar. Lo llamativo es que comenzó a practicarlo descalzo. Pronto fue uno más en el club y los dirigentes le dieron una beca para que pueda integrar los equipos de divisiones Infantiles. Los mayores también ayudaron. Primero con un par de zapatillas. Luego con el palo que consiguieron las chicas para que pueda entrenarse y jugar. Actualmente, “Chuky” (como lo llaman sus amigos y compañeros del club) pasó a ser un “cardenal” más.

Los primeros pasos de su adolescencia en el club fueron los más complicados. Tenía que aprender a ser responsable, a comprometerse con el equipo y a su cuidado personal. Ya había dejado de ser aquel pibe renegón e irresponsable. “Mi primer entrenador, Rodrigo Muriel, lo primero que me enseñó fue el respeto hacia los demás, a mis profesores y a mis compañeros, porque era muy atrevido cuando era chico (risas), ahora no le falto el respeto a nadie”, aseguró el delantero.

Yonathan aprendió a amar al hockey, a sentir pasión por este deporte. “Me costó aprender las técnicas, hasta que le agarré la mano. Arranqué a los 10 años y a los 17 ya me sentía maduro. Ahora lo tomo con responsabilidad. Es un deporte apasionante. Me gustaría llegar a Los Leones. Ese es mi sueño y haré todo lo posible para lograrlo”.

Es uno de los jugadores destacados del equipo de Primera división, con apenas 17 años. Dentro del plantel tiene como espejo a dos compañeros. “Me gustaría ser como Héctor Mollerach. Es un capitán fantástico, se pone el equipo al hombro. Entrega siempre el 100 por ciento. No importa si es un partido fácil o difícil. Siempre alienta. También me gustaría tener la técnica de Juan Pablo La Ruffa. Es impresionante como juega”, destacó De Lorenzo.

Tiene “banca”

Cuando el equipo de Primera viaja a jugar torneos en otras provincias, sus compañeros lo “bancan” porque consideran que tiene un enorme futuro y buscan que no quede a mitad de camino. Es el jugador distinto, el que a fuerza de garra y talento puede sacar un partido adelante. Ese mismo talento que lo llevó a integrar los planteles “naranjas”. “Me vuelvo loco cuando no puedo hacer un gol. Me enojo y me saco del partido. Mis compañeros me aconsejan que debo estar tranquilo y no desesperarme”, contó.

El gol más importante desde que comenzó a jugar al hockey lo hizo en un Regional, en Santiago del Estero. Gracias a esa conquista los “purpurados” jugaron la final. Pero en su cabeza, hay otro gol más importante que quiere convertir: el de llegar a Los Leones. Si lo consigue, habrá marcado un golazo. De esos que se recuerdan toda la vida.

PUNTO DE VISTA

“Es un chico humilde, pero con grandes valores”

Rodrigo Muriel – Entrenador y jugador de Cardenales

Era un grupo de cuatro o cinco chicos muy humildes a los que comencé a entrenar. Entre ellos estaba Yonathan. En esa época él estaba indeciso. No sabía si le gustaba o no jugar al hockey. Yo trataba de motivarlo para que le guste el juego. Después me fui a vivir a otro país y cuando volví me quedé realmente sorprendido porque vi que seguía en el club. Le había gustado. Pero la mayor sorpresa fue ver como creció técnicamente y que juegue de la manera en que lo está haciendo. Yonathan es una persona muy humilde, pero con grandes valores.

Va por un buen camino. Tratamos de apoyarlo para que siga con los estudios y practique el deporte que le gusta. Es un chico sencillo y un buen compañero.