Santa Fe: CON PALOS Y PELOTA LUCHAN POR LA INCLUSIÓN

La Asociación Civil Club Hockey Solidario nació hace cinco años y dos veces a la semana reúne a unas 80 chicas de entre 5 y 17 años para practicar este deporte en el playón de Blas Parera y Gorostiaga, en Villa Hipódromo. Trabaja a pulmón y sueña con tener un lugar apropiado para entrenar y contener a las nenas y adolescentes que llegan de distintos barrios.

(Fuente: Uno Santa Fe; Cronista; Luciana Dall’Agata)

Sueños. Proyectan algún día poder llegar a jugar en un club y competir en un equipo.
Hace cinco años se puso en marcha el sueño de Ramón Quinteros que era tener un lugar para que su hija Flavia pudiera practicar su deporte favorito: el hockey. Todo comenzó en la excava Lombardi. Hoy en el playón municipal en Blas Parera y Gorostiga unas 80 nenas y adolescentes, de entre 5 y 17 años se juntan para entrenar. Así nació la asociación civil Hockey Solidario. El proyecto fue creciendo y es un semillero porque muchas de las que pasaron por este lugar juegan y compiten en clubes de renombre.
Hoy van por un sueño más y forma parte del crecimiento de la asociación y tiene que ver con tener un lugar con mínimas condiciones para poder hacer las prácticas. La intención es que el municipio y la Nación les cedan en comodato o les presten este lugar para poder cerrarlo, construir baños y hasta disponer de un sector para tomar agua. El pedido ya fue hecho pero aún no hay novedades.
Mientras las pelotas rodaban luego de golpes certeros con los palos, UNO Santa Fe dialogaba con Hugo González, tesorero de esta asociación e integrante de este proyecto que arrancó Ramón Quinteros en 2012. “Empezamos hace unos cinco años en un espacio que antes era una cava y había sido recuperada, después apareció un privado que se hizo cargo y entonces recurrimos al playón municipal. Hace dos años que tenemos todos los papeles en regla y funcionamos como una ONG. En promedio son unas 80 las chicas y no solo practicamos acá sino que además aveces vamos a un lugar ubicado en Roque Saenz Peña y Lavaisse”, relató.
Las prácticas son los martes y jueves, de 18 a 19, las más chicas; y de 19 a 20, las más grandes. “Esto es totalmente gratis, los gastos los tratamos de solventar nosotros. Provienen de barrios como Ciudadela Norte, Villa Hipódromo, Piquete Las Flores y hasta de incluso del barrio Yapeyú. “En estos momentos estamos juntándonos entre clubes o instituciones como la nuestra, una o dos veces al mes hacemos encuentros, no torneos, pero donde pueden jugar y competir con otros grupos. En realidad a lo que más apuntamos es a la inclusión, a que se puedan juntar, conocerse y mezclar distintos estratos y a través de este deporte”, agregó González.
En esta línea agregó: “Lo deportivo es lo último, lo que apuntamos es a la integración, darle a las chicas la posibilidad de que puedan practicar un deporte y sobre todo el hockey que es de élite porque cuesta mucho y sobre todo que se incluyan. Hoy tenemos muchas chicas jugando en distintos clubes de la ciudad y también de Rosario. Las de acá están becadas en instituciones como Club Banco, que vienen, las pescan y les dan la posibilidad de jugar en torneos oficiales”.
Un sueño en marcha
Caía el sol y el frío se hacía más intenso, pero nada impedía que las chicas siguieran practicando: “Necesidades tenemos muchas, si bien contamos con el apoyo de la Provincia y vamos cubriendo algunos gastos, pero no alcanza. También la asociación santafesina de Hockey nos da una mano y nos presta el sintético para que las chicas puedan conocer y jugar en una cancha así. Tenemos un grupo de mamis hockey también que nos colaboran. Hicieron una campaña que llamaron una bocha por una sonrisa donde se juntaron pelotas, palos y vestimenta que fueron distribuidos entre las nenas”, detalló el tesorero.
En esta línea aprovechó para contar: “El sueño nuestro es contar con un espacio físico. Si bien este predio (playón deportivo) es de Nación, hicimos pedidos pero no sabemos si llegó a quien corresponde y la municipalidad tiene hoy la concesión. Nosotros lo que queremos es que nos lo presten, nos lo den en comodato o de alguna forma porque queremos cerrarlo porque acá la pelota se va, cruza la avenida (Blas Parera) y las chicas tienen que salir corriendo a buscarla.Tener un baño, un lugar donde tomar agua, no tenemos nada”.
En definitiva el sueño de este grupo es contar con las mínimas condiciones para funcionar porque hoy dependemos de la solidaridad de los vecinos para suplir lo que falta. “Nuestra idea es que ellas se sientan cómodas, encuentren un lugar donde estar. Tenemos muchos problemas sociales y esto tal vez es un escape, un lugar de contención, les pedidos controles médicos, es decir que vamos más allá del deporte”, agregó González.
Esto es un semillero que provee jugadores a los clubes más grandes y para que pueden competir. “Ellos nos dan una mano, ven lo que hacemos, notan que la peleamos mucho. Nos gustaría también dar charlas de educación sexual, de higiene y todo lo relacionado a esos temas”, manifestó este vecino tenemos ese espacio, pero aclararon que la intención no es hacerlo privado sino al contrario, que siga estando abierto, pero con las mínimas condiciones para funcionar como cancha”, expresó.
La puesta en marcha

Un padre conmovido por un deseo frustrado de su hija puede mover montañas. En este caso, fue necesario movilizarse pero para limpiar una cava del barrio Schneider. La historia de la iniciativa de Ramón Quinteros comenzó en 2012, cuando su pequeña Flavia le pedía comenzar clases de hockey. Cuestiones familiares y económicas impedían que la nena pudiera practicarlo; por lo cual el papá decidió poner manos a la obra para que tanto ella como muchas más pudieran disfrutar del deporte que amaban sin esta clase de inconvenientes.

Padre e hija comenzaron a limpiar y desmalezar la cava Lombardi, al mismo tiempo que las empresas de la zona se acercaban y aportaban la maquinaria gratis. Los comerciantes de la avenida Peñaloza colaboraron con el proyecto. Dos años después, el sueño de Flavia se multiplicó y hoy muchas chicas del barrio asisten a practicar este deporte. Ella pudo cumplir su sueño. Hoy está becada en el Club Banco de Santa Fe y además transmite sus conocimientos porque es una de las profes.